Siempre creí que mi Dios era el Dios de la esperanza. Y así es.
Pero, ¿qué pasa cuando lo que creemos que va a pasar no sucede? ¿Qué hacer cuando nuestra esperanza parece morir?
-Cuando María llegó adonde estaba Jesús, al verle, se arrojó entonces a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció, y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró...
¿Que le decimos al corazón cuando el Dios en quien esperamos parece no responder a nuestro clamor?
¿Y si le llamamos como las hermanas de Lázaro y él no viene?
¿Qué se hace cuando lo que más amamos yace en una fría tumba y el Dios de toda esperanza guarda silencio?
Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido en su interior, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella.
Contra toda desesperanza, contra toda imposibilidad cuando lo que más amas, tu hogar, tus sueños tu matrimonio, tu trabajo, tus fuerzas, tu espiritualidad, yace en una tumba.
-Jesús dijo: Quitad la piedra.
Amigos, el Dios de toda esperanza también es el Dios de la resurrección:
Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadlo ir. Juan 11:32-43
Siempre creí que mi Dios era el Dios de la esperanza. Y así es. Y también lo es de toda resurrección.
¡Lo que sea que pienses que ya esta muerto, él lo puede resucitar!
Con aprecio, Proskunneo