Lamentablemente, el pueblo no estaba listo.
Vivía en desobediencia a Dios.
Adoraba ídolos.
Despreciaba a Dios.
Algunos pretendían rendir un culto a Dios y a los ídolos.
Baal era adorado.
El pueblo estaba ciego.
Y sus gobernantes se habían prostituido en pos de una falsa adoración.
Acab, por ejemplo respaldaba sin contrariar, cada acto de Jezabel, su idólatra mujer.
Y Dios no podía derramar sus bendiciones sobre ellos.
Así que levantó a Elías.
Elias de Tisbe.
Una prueba.
Los profetas de Baal intentaron realizar manifestaciones sobrenaturales del poder satánico.
No hubo respuesta.
Dios estaba al control.
Elias el tisbita oró.
Dios respondió.
Y el fuego descendió.
Nadie pudo negar quien es el verdadero Dios.
Hoy va a suceder de nuevo:
Antes de que venga el día ardiente de Jehová.
El mundo entero sabrá quien es el verdadero Dios.
No habrá duda alguna.
Sobre esa base tomarán su elección final.
Pero,
Antes de que venga el fuego.
Antes de que el poder del Señor se manifieste.
Dios ha de levantar a Elías.
Este habrá de orar
Y Dios será glorificado.
Tu y yo somos Elías.
Tenemos una misión.
Un llamado.
El pueblo de Dios.
De todas las latitudes.
Y estratos sociales.
Tiene que proclamar el fuerte pregón.
Dar a conocer al único Dios.
Y preparar el camino a Jehová.
Sin embargo,
el Elías del pasado hizo algo antes para que todo ello sucediera
Reparó el Altar.
¿Qué hay de ti y de mi?
¿Lo hemos reparado ya?
¿Cada mañana?
El altar personal debe ser restaurado
El altar familiar debe ser restaurado
El altar congregacional tambien.
Mientras no vayamos cada dia, y nos postremos de rodillas buscando con anhelo el rostro de nuestro Dios, el fuego del Espíritu Santo no descenderá.
Mientras no busquemos con fervor en las escrituras su voluntad, cada mañana, la lluvía tardía no vendrá sobre nosotros.
El altar personal debe ser restaurado
El altar familiar debe ser restaurado
El altar congregacional tambien.
Mientras no vayamos cada dia, y nos postremos de rodillas buscando con anhelo el rostro de nuestro Dios, el fuego del Espíritu Santo no descenderá.
Mientras no busquemos con fervor en las escrituras su voluntad, cada mañana, la lluvía tardía no vendrá sobre nosotros.
Con aprecio Proskunneo.