La noche en que Jesús fue tomado preso y llevado a juicio ante el sanedrín ocurrió un hecho triste y tambien revelador.
Recuerdan que él llamó a sus amigos más íntimos con un motivo:
Les rogó que oracen con él.
Esa era su última noche junto a ellos antes de ser embestido por la furia del mal. Cierto, Jesús es Dios, pero tambien hombre; y en su condición humana realmente anhelaba la compañia de sus amigos.
"Mi alma está muy triste, hasta la muerte, quedaos aquí y velad conmigo"... -palabras llenas de angustia. Ansiosas de sentir la respuesta fraternal.
Fue un hecho real que Jesús extendió en ese momento su mano trémula en busca de la calidez de sus allegados. Y en respuesta recibió el silencio de la soledad y la frialdad del vacio.
Porque sus amigos dormían.
Otra vez suplicó. "Orad por mí".
Y otra vez recibió la misma respuesta: Soledad y vacio.
Porque sus amigos dormían.
Una tercera vez. Una tercera petición. Siempre la misma respuesta.
¿Qué se hace cuando los amigos fallan y las circunstancias son adversas?
¿Confrontarlos? ¿Reprocharles su proceder?¿Arrinconarnos a llorar nuestra suerte?
¿Qué hízo él?
No dejó que su alma se contaminara con el espíritu de la amargura.
Fue en busca de aquél que no falla.
El que nunca duerme.
Aquél cuyas puertas celestiales siempre estan abiertas para sus hijos, y cuyos oídos siempre estan atentos a su clamor.
"¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra". Sal. 73:25
Los amigos suelen fallar. Aún nuestros más allegados. No los culpes.
Las circunstancias son fluctuantes. Como arenas movedizas. No dependas de ellas.
Si has extendido la mano y en respuesta recibes el silencio de la soledad, la frialdad del vacío...
No llenes tu alma de amargura. Extiende tu mano. La mano de la fe hacia las alturas.
Sentirás la tibia mano de Dios, sosteniéndote, con la diestra de su justicia.
Recuerdan que él llamó a sus amigos más íntimos con un motivo:
Les rogó que oracen con él.
Esa era su última noche junto a ellos antes de ser embestido por la furia del mal. Cierto, Jesús es Dios, pero tambien hombre; y en su condición humana realmente anhelaba la compañia de sus amigos.
"Mi alma está muy triste, hasta la muerte, quedaos aquí y velad conmigo"... -palabras llenas de angustia. Ansiosas de sentir la respuesta fraternal.
Fue un hecho real que Jesús extendió en ese momento su mano trémula en busca de la calidez de sus allegados. Y en respuesta recibió el silencio de la soledad y la frialdad del vacio.
Porque sus amigos dormían.
Otra vez suplicó. "Orad por mí".
Y otra vez recibió la misma respuesta: Soledad y vacio.
Porque sus amigos dormían.
Una tercera vez. Una tercera petición. Siempre la misma respuesta.
¿Qué se hace cuando los amigos fallan y las circunstancias son adversas?
¿Confrontarlos? ¿Reprocharles su proceder?¿Arrinconarnos a llorar nuestra suerte?
¿Qué hízo él?
No dejó que su alma se contaminara con el espíritu de la amargura.
Fue en busca de aquél que no falla.
El que nunca duerme.
Aquél cuyas puertas celestiales siempre estan abiertas para sus hijos, y cuyos oídos siempre estan atentos a su clamor.
"¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra". Sal. 73:25
Los amigos suelen fallar. Aún nuestros más allegados. No los culpes.
Las circunstancias son fluctuantes. Como arenas movedizas. No dependas de ellas.
Si has extendido la mano y en respuesta recibes el silencio de la soledad, la frialdad del vacío...
No llenes tu alma de amargura. Extiende tu mano. La mano de la fe hacia las alturas.
Sentirás la tibia mano de Dios, sosteniéndote, con la diestra de su justicia.
2 comentarios:
Mi "amigo" es una excelente labor la que esta realizando, no deje de hacerlo por que no cabe duda que Dios ha puesto sus ojos en usted y lo ha hecho su amigo, y nunca retire su vista de aquel que lo es TODO, y cuando necesite un amigo "humano", cuente conmigo.
atte. kyke
Me da gusto saber que cuento con tu amistad Kyke, de la misma forma recibe mi gratitud y mi amistad. Un abrazo.
Publicar un comentario