El gravísimo problema de nosotros, los laodicenses, no es que seamos tibios, miserables , pobres, ciegos o desnudos. Somos todo eso como resultado del verdadero problema: hemos dejado fuera de nuestras vidas a Jesús. El amén, el testigo fiel y verdadero. Ap.3:20
febrero 28, 2012
¡Iglesia Despierta!
El mensaje central me parece muy importante. Ojala pudieramos hacer nuestro este mensaje.
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