abril 09, 2007

¿QUIÉN SUBIÓ PRIMERO A LA BARCA?



Mateo 14:24-32 es uno de mis pasajes favoritos. Hay valiosas joyas para nosotros ahí:

Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.

Siempre ha sido así: desde que la pequeña embarcación de Dios comenzó su travesía con destino a las playas eternales, ha sido azotada por las olas, el viento le ha sido contrario.
Todo aquél que se vuelve tripulante de esta embarcación lo sabe por experiencia propia: tiene que bregar contra el viento. Navegar contra corriente.

Amigos aquí hay una lección: esta barca en nuestras manos se hunde. Pero en sus manos, sigue su derrotero. Se ve pequeña y frágil, pero nada la hunde. Porque no es nuestra, es de él.

Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
La cuarta vigilia. La hora más pesada y oscura de la noche. Cuando las fuerzas se agotaron y la barca parece hundirse.
Cuando lo único que queda es una dependencia plena y total de él.
Él nunca ha fallado. Por siglos ha dejado las huellas de su omnipresencia bien claras en la historia de este mundo.
Nada ocurre sin que él de su aprobación. Y tampoco más allá de su sabia voluntad.

Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse.
¿Qué es lo sorprendente de este pasaje? ¿Que Pedro se hundiera? Por cierto que no.
A mi no me sorprende oír que tal o cual persona con tantos años dentro de la embarcación de Dios se ha hundido en las aguas turbulentas de este mundo.
Me sorprende que no se halla hundido antes.
Porque después de que el pecado encontró guarida en este planeta, lo más natural es hundirse. No está en nuestra naturaleza caminar sobre las aguas. Esa es la naturaleza de Cristo.
¿Y porqué Pedro si pudo caminar? Sencillo.
Fue la gracia de Cristo quien lo habilitó para ello.
Recuerda: si te hundes, eso, no es extraño. Pero si llegas a las playas eternas sólo hay una razón para ello, y no es tu poder o tu santidad. Es su gracia.
¿El secreto para caminar sobre las aguas? Ahí está: No apartes tu mirada de la suya.

Dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

¿Comprenden el mensaje?
Si sientes que te hundes…
Súbete al sicómoro, como Zaqueo.
Métete por entre las piernas de la multitud, como la mujer enferma de flujo.
Abre un hoyo en el techo, como los amigos del paralítico.
O grita con todas tus fuerzas, como Pedro.
Pero no te quedes en tu rincón.
En la inacción.

Sal y alcánzalo.
Toca el manto.
Clama por ayuda.
Recibe la bendición.
Él está deseoso de dártela.
No lo dudes.

Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
Aquí va la pregunta obligada:
¿Quién de ellos subió primero a la barca?
¿Pedro o Jesús?
¿Jesús o Pedro?
Desde que encontré este pasaje quise saberlo. E imaginé muchas veces la situación.
Un día me pregunté: ¿Si yo hubiera sido Pedro cómo habría reaccionado?
Mírenlo ustedes:
El furioso viento de la tormenta castigando mis ojos.
La espesa oscuridad queriendo devorarme.
El terror de sentir que el piso se hunde bajo mis pies.
He caído de bruces.
Sólo alcanzo a gritar con todo lo que me resta de fuerzas: ¡Señor, sálvameeee!
Y él me toma de las manos.
No deja que me hunda.
Me aferro a él.
Sabiendo que de él depende mi vida.
Él es lo único que tengo para sobrevivir.

Amigos, es fácil llegar a la conclusión siguiente: Ni él subió primero a la barca. Ni Pedro tampoco.
¿Ustedes tendrían el valor de soltarse de él? Yo no. Ni pensarlo.
Para mí:
Ellos subieron juntos.
Al mismo tiempo.
Abrazados.

Yo, abrazado de él, porque si me suelto, me hundo.
Y él, permitiendo este abrazo desaforado, desmedido, fuera de lo común, porque me entiende. Y caminando a mi paso, porque me ama.

Así es como se sube a la barca de Dios. Y así es como se permanece en ella. Abrazados de Jesucristo.
Sólo así se puede navegar en medio de éste mar de la vida.
Sólo así se puede hallar la fe y las fuerzas para seguir.
Sólo a si se calma el fuerte viento.
Y viene la paz al alma.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades por esta pagina donde se puede comentar sobre temas tan elevadores. Mi deseo es que pueda seguir adelante esta obra.

Proskunneo dijo...

Gracias por tu amable comentario Miriam también es mi anhelo que esta pagina pueda contribuir en algo a este maravilloso movimiento que comenzó en la mente de Él y que llegará a feliz termino. Que glorioso momento de la historia nos tocó vivir ¿no te parece?

Anónimo dijo...

hoy .he encontrado ..un hombre .maravilloso .del cual he aprendido .mucho .mas te felicito por la pagina

Proskunneo dijo...

Gracias a ti por enseñarme que se puede seguir adelante en este mar de la vida. Madre, padre, ama de casa. Y aun te das tiempo para ser mi amiga.
Gracias Jaquelinne