El gravísimo problema de nosotros, los laodicenses, no es que seamos tibios, miserables , pobres, ciegos o desnudos. Somos todo eso como resultado del verdadero problema: hemos dejado fuera de nuestras vidas a Jesús. El amén, el testigo fiel y verdadero. Ap.3:20
marzo 29, 2012
Hay esperanza en Dios, para todos.
Estes es el crudo testimonio de David, a quien Jesucristo salvó de 27 años de homosexualidad. Por donde Jesús pasa, algo pasa. Es inevitable, es una realidad: Hay esperanza en Dios para TODOS.
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