Una promesa y un llamado para nosotros:
La promesa de restauración y vida eterna
El llamado a la santidad
Porque él es santo.
Si aceptaste su llamado, no te perteneces más,
tu vida es de él
Esta escondida en Cristo.
El gravísimo problema de nosotros, los laodicenses, no es que seamos tibios, miserables , pobres, ciegos o desnudos. Somos todo eso como resultado del verdadero problema: hemos dejado fuera de nuestras vidas a Jesús. El amén, el testigo fiel y verdadero. Ap.3:20