Si bien no podrás ver sus brazos o sus piernas, puedes ver a simple vista que camina en fe y vuela en las alas del Espíritu Santo.
Y si su carencia
resulta en la salvación de miles de personas,
entonces no es una carencia,
es un Don.
El gravísimo problema de nosotros, los laodicenses, no es que seamos tibios, miserables , pobres, ciegos o desnudos. Somos todo eso como resultado del verdadero problema: hemos dejado fuera de nuestras vidas a Jesús. El amén, el testigo fiel y verdadero. Ap.3:20